ENFERMEDAD RENAL CRÓNICA Y RIESGO CARDIOVASCULAR: UN ENFOQUE INTEGRADO

Resumen

La enfermedad renal crónica (ERC) es una afección con una alta carga global, asociada no solo con la pérdida progresiva de la función renal, sino también con un riesgo significativamente elevado de mortalidad cardiovascular. Se estima que más de 700 millones de personas viven con algún grado de ERC, con marcadas disparidades en el acceso a diálisis, trasplante y manejo integrado. Las guías internacionales, como KDIGO 2012, han establecido la importancia de la tasa de filtración glomerular estimada y la albuminuria como predictores independientes de resultados cardiovasculares, evidencia reforzada por metaanálisis colaborativos que confirmaron la relación entre el deterioro de la función renal, la albuminuria y la mortalidad temprana. Desde una perspectiva fisiopatológica, la interconexión entre la ERC y el riesgo cardiovascular está mediada por mecanismos como la activación neurohormonal, la inflamación crónica, el estrés oxidativo y la remodelación vascular. En los últimos años, los avances terapéuticos han transformado el panorama clínico: los inhibidores de SGLT2 han reducido la progresión de la ERC y los eventos cardiovasculares incluso en pacientes sin diabetes, mientras que la finerenona y los agonistas de GLP-1 han ampliado las opciones de tratamiento con un impacto positivo en los resultados renales y cardíacos. Al mismo tiempo, la importancia del tratamiento conservador y los cuidados de soporte como parte de la atención integral está creciendo, especialmente en estadios avanzados. Por consiguiente, la ERC debe reconocerse como un determinante central del riesgo cardiovascular global, lo que requiere estrategias de detección temprana, la incorporación de nuevas terapias y modelos de atención integral que equilibren la eficacia clínica, la equidad y la calidad de vida.