COMPRENDER E INTERVENIR ANTE EL ACOSO ESCOLAR: PROMOVER UN ENTORNO ESCOLAR SEGURO Y SALUDABLE

Resumen

El creciente problema de la violencia ha resonado en diversos entornos a nivel mundial, y las escuelas no son ajenas a esta realidad (ROSTAM-ABADI et al., 2024). En el contexto escolar, el acoso escolar se destaca como una de las manifestaciones más visibles de esta violencia, y es un problema ampliamente reconocido por su alta prevalencia y sus consecuencias perjudiciales para la salud de los involucrados (MARTÍNEZ-MONTEAGUDO et al., 2023; KENNEDY et al., 2024). Puede manifestarse de diversas maneras, incluyendo el acoso escolar tradicional y el ciberacoso, ambos responsables de graves consecuencias para la autoestima y la calidad de vida de los jóvenes (FAVINI et al., 2023; MASON et al., 2025).

Este estudio se centra en analizar las percepciones del profesorado sobre el acoso escolar y las estrategias de intervención pedagógica, basadas en un Enfoque Centrado en la Persona (ECP), con el fin de comprender y cualificar las prácticas que promueven un entorno escolar seguro y saludable. La consolidación del concepto de acoso escolar en el ámbito educativo se debe en gran medida a los estudios pioneros realizados por Dan Olweus en Noruega, que se han convertido en un referente internacional para investigadores de diversas nacionalidades. En sus investigaciones, Olweus (1997) definió el acoso escolar como «un patrón de ataques repetitivos perpetrados por un individuo en posición de dominio sobre otro en situación de vulnerabilidad, configurando una relación de poder asimétrica». Inicialmente, el enfoque de la investigación se limitaba a las denominadas «formas directas» de acoso, es decir, la agresión física y verbal evidente. Sin embargo, el alcance conceptual se ha ampliado progresivamente, incluyendo también manifestaciones indirectas y simbólicas de violencia, como la exclusión social y, más recientemente, la agresión mediada por las tecnologías digitales (RISTUM; FERREIRA, 2023).

El ciberacoso, por otro lado, es una forma virtual de esta violencia, que se lleva a cabo a través de redes sociales, mensajes electrónicos o plataformas digitales, y se caracteriza por su amplia difusión, anonimato y persistencia (KOWALSKI et al., 2014). Ambos tipos pueden manifestarse verbalmente (insultos, insultos), físicamente (empujones, agresiones), socialmente (exclusión, rumores) o virtualmente (amenazas en línea, exposición de imágenes) (RISTUM; FERREIRA, 2023).

A pesar de los avances legislativos, como la Ley n.º 13.185/2015 y la reciente Ley n.º 14.811/2024, que tipifican el acoso y el ciberacoso como delitos, aún persisten lagunas en cuanto al papel del profesorado en la identificación, mediación y prevención de estas conductas. La literatura internacional (SMITH, 2016) y nacional (SPOSITO, 2021) indica que la percepción y las acciones del profesorado son fundamentales, pero a menudo poco exploradas en las prácticas institucionales y las políticas públicas. El Enfoque Centrado en la Persona, desarrollado por Carl Rogers en 1951, destaca la importancia de un entorno empático y acogedor para el desarrollo integral del individuo. Aplicado al contexto escolar, este enfoque ofrece una valiosa perspectiva analítica para comprender cómo la perspectiva del educador puede fomentar la escucha activa, la construcción de vínculos y la prevención de prácticas violentas (GRESKI DOS REIS; SPIECKER GASPARIN, 2024).

En casos más graves, estos efectos pueden perjudicar el desarrollo intelectual y social de niños, niñas y adolescentes, comprometiendo su potencial de crecimiento y provocando problemas de salud mental como depresión y ansiedad. La relevancia del acoso escolar como objeto de estudio se hace evidente al considerar, por ejemplo, sus consecuencias a largo plazo, lo que pone de relieve la necesidad de intervenciones eficaces (GÓMEZ TABARES et al., 2024).

En Brasil, aproximadamente el 20 % de los estudiantes de 15 años reportaron haber sufrido intimidación o acoso en el entorno escolar. Esta proporción ubica al país en el puesto 16 entre las naciones con mayor incidencia de bullying, solo por delante de países como Perú y Chile; en este contexto, la Encuesta Nacional de Salud Escolar (PeNSE), en 2015, reveló que las prácticas de bullying afectaron al 8% de las víctimas (BROSSO et al., 2023).

Más recientemente, en 2022, según la Encuesta Nacional de Salud Escolar, el 22,6% del alumnado declaró ser víctima de acoso escolar, principalmente debido a sus características físicas y apariencia (IBGE, 2022). Estos datos revelan la magnitud del problema en el país, mostrando que una proporción significativa de estudiantes, en diferentes regiones, actúa tanto como víctima como agresor de este tipo de agresión, lo que pone de manifiesto la urgencia de un enfoque integral y eficaz.

La importancia del tema también es destacada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su publicación titulada "Un enfoque sobre la violencia entre pares y el acoso escolar en adolescentes en Europa, Asia Central y Canadá", basada en datos de la encuesta HBSC (Comportamiento de Salud en Niños en Edad Escolar) 2021/2022, publicada recientemente por la OMS/Europa. El acoso escolar, en sus diferentes formas, sigue siendo un problema de salud pública entre los adolescentes (OMS, 2023).

Si bien la prevalencia del acoso escolar se ha mantenido relativamente estable desde 2018, el ciberacoso ha mostrado un aumento significativo, lo que refleja la creciente digitalización de las interacciones sociales de los jóvenes. Los datos revelan que aproximadamente el 11% de los adolescentes ha sufrido acoso escolar, mientras que el 15% declaró haber sido víctima de ciberacoso. En cuanto a la práctica del acoso, el 6% admite haberlo cometido en el entorno escolar y el 12% practica el ciberacoso, siendo este último más común entre los niños (14%) que entre las niñas (9%).

Además, el 10% de los adolescentes ha participado en peleas físicas, con una mayor incidencia observada en los niños (14%) que en las niñas (6%). Estos indicadores refuerzan la urgencia de intervenciones estratégicas que involucren a las familias, las escuelas y las políticas públicas, dirigidas a promover entornos físicos y digitales seguros, acogedores e inclusivos para los jóvenes (OMS, 2024). Confirmando la magnitud de este fenómeno global, en 2023, un informe de la UNESCO indicó que más del 30% del alumnado a nivel mundial ha sido víctima de esta violencia (UNESCO, 2023).

En América Latina, Costa Rica lidera el ranking con las tasas más altas, presentando el doble de la tasa brasileña: el 44% del alumnado declaró haber sufrido acoso escolar (EURICH; SOUZA, 2023), una tasa similar a la de otros países de la región: Argentina (47,8%), Chile (33,2%), Uruguay (36,7%) y Colombia (43,5%) (UNICEF, 2019). Este dato es impactante y se correlaciona con indicadores educativos y sociales; los expertos atribuyen esta alta prevalencia, en parte, a la escasa concienciación de la población sobre la importancia de denunciar este tipo de violencia.

En comparación, países como Dinamarca e Islandia presentan tasas significativamente más bajas, lo que refleja políticas escolares más integradas y una cultura de prevención (OCDE, 2021). Sin embargo, datos de UNICEF revelan que en los países desarrollados, la tasa también oscila entre el 20% y el 50%, como es el caso de Lituania (51%), Alemania (21%), el Reino Unido (37%) y Ucrania (40%) (UNICEF, 2024).

Los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), indican una ligera reducción en las tasas globales de acoso escolar entre 2018 y 2022. Durante este período, la prevalencia de casos se redujo entre un 2% y un 3%. Si bien la disminución es estadísticamente significativa, su impacto aún es limitado dadas las graves consecuencias asociadas al acoso escolar, como la depresión, la ansiedad, las autolesiones y el suicidio entre los adolescentes (WOOLLEY et al., 2021).

A pesar de la ligera reducción observada, las cifras publicadas por la OCDE siguen siendo elevadas y preocupantes, especialmente debido a sus efectos negativos en el rendimiento escolar. El estudio PISA demostró una correlación directa entre el acoso escolar y el fracaso escolar, e indicó que los entornos educativos más seguros y acogedores favorecen mejores resultados académicos (BARBIRATO, 2023).

Además, la encuesta mostró que los estudiantes que se sienten parte del grupo, bienvenidos en el aula y protegidos contra las agresiones muestran un rendimiento académico superior. Por lo tanto, la salud emocional y la seguridad en el entorno escolar son cruciales para prevenir bloqueos de aprendizaje y promover el éxito educativo.

Uno de los impactos más preocupantes del acoso escolar se da en la salud mental de los estudiantes, quienes sufren una reducción de su bienestar subjetivo, se enfrentan a un aumento de problemas emocionales y de comportamiento, y experimentan un deterioro significativo de su calidad de vida. La adolescencia, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), corresponde al rango de edad de 10 a 19 años, un período caracterizado por intensas transformaciones físicas, psicológicas y sociales. Dado que esta etapa es particularmente vulnerable al acoso escolar, resulta imperativo que la investigación se centre en este fenómeno entre los adolescentes para desarrollar estrategias de prevención verdaderamente eficaces (OMS, 2021).

La investigación contemporánea también ha revelado el papel central que desempeña el profesorado en la dinámica del acoso escolar. La acción inmediata y proactiva de los educadores tiene un efecto positivo en la percepción del alumnado sobre el acoso, promoviendo actitudes contrarias a la intimidación y disminuyendo su desapego moral (BAUMAN et al., 2021; HYSING et al., 2021; BURGER et al., 2023; LANINGA-WIJNEN et al., 2023). Por lo tanto, las escuelas y sus profesionales son actores clave en la lucha contra esta forma de violencia y deben adoptar medidas dirigidas tanto a prevenir como a minimizar los impactos negativos en la vida del alumnado.

Dada la complejidad y la pluralidad de los determinantes del acoso escolar, sumada a su alta incidencia entre adolescentes, en particular entre los 10 y los 19 años, que abarca a estudiantes de primaria y secundaria (FRANCIS et al., 2022), urge abordar un vacío poco explorado en la literatura: un análisis profundo de las percepciones del profesorado sobre el fenómeno y sus prácticas pedagógicas de afrontamiento.

Desde esta perspectiva, las investigaciones sobre el desempeño del profesorado en la comprensión, identificación y respuesta cotidiana a las manifestaciones de esta violencia son cruciales, especialmente desde la perspectiva de un enfoque centrado en la persona. Este enfoque, al valorar la escucha activa, el respeto por la subjetividad y el fortalecimiento de los vínculos interpersonales, constituye una herramienta metodológica favorable para interpretar las prácticas educativas y el rol del profesorado en la mediación de conflictos y la promoción de un ambiente escolar saludable.

Por lo tanto, este estudio se justifica al investigar las percepciones y experiencias del profesorado de primaria y secundaria ante eventos de acoso escolar, considerando sus estrategias de intervención pedagógica y las limitaciones que enfrentan en el contexto institucional. Al integrar el enfoque centrado en la persona en el ámbito educativo, este estudio ofrece un potencial aporte teórico y metodológico, ampliando el debate sobre la formación docente y el desarrollo de políticas públicas educativas basadas en la importancia del profesorado y el reconocimiento de la complejidad de las relaciones escolares.

El acoso escolar es un problema complejo y preocupante que tiene graves consecuencias para la salud mental y emocional de las víctimas, como resultado de conductas de poder intencionales, repetitivas y asimétricas. Si bien se reconoce ampliamente como un fenómeno con graves implicaciones psicosociales, persisten importantes lagunas en la literatura científica respecto al papel del profesorado en la prevención e intervención de estas conductas en el entorno escolar. Además, se carece de estudios que exploren sistemática y metodológicamente la percepción docente como variable mediadora en las estrategias de afrontamiento de este problema.

Este estudio busca proporcionar un marco conceptual para la discusión del tema, considerando que las acciones del profesorado no solo influyen en la dinámica de la violencia entre pares, sino que también pueden contribuir a transformar la cultura escolar, haciéndola menos permisiva hacia prácticas discriminatorias y hostiles.

Además, el estudio adopta un enfoque centrado en la persona como marco teórico, enfatizando la escucha activa, la empatía y la valoración de las experiencias subjetivas de los individuos involucrados. Este enfoque es particularmente relevante al considerar el contexto educativo, ya que permite comprender cómo el profesorado percibe, interpreta y reacciona ante los episodios de acoso escolar, basándose en sus propias referencias, experiencias y condiciones institucionales.

Además, es fundamental considerar cómo las intervenciones docentes influyen en la percepción y el comportamiento de los adolescentes en relación con el acoso escolar, especialmente considerando el enfoque centrado en la persona y la variedad de estrategias utilizadas por el profesorado en diferentes clases.

Por lo tanto, este problema implica un análisis multifacético que abarca las respuestas del profesorado y la influencia de sus intervenciones en la percepción y el comportamiento de los adolescentes en relación con el acoso escolar, considerando la diversidad de enfoques y estrategias empleadas. Comprender estos aspectos puede influir en el desarrollo de futuras intervenciones eficaces dirigidas a prevenir y combatir el acoso escolar.

Considerando la diversidad de estrategias adoptadas por el profesorado, surgen las siguientes preguntas: (i) ¿Cómo perciben e interpretan los docentes los diferentes tipos de acoso escolar en su contexto escolar?; (ii) ¿Cómo afectan las intervenciones pedagógicas la percepción y el comportamiento de los adolescentes ante el acoso escolar?; y (iii) ¿Cuáles son las prácticas docentes más efectivas para mitigar y prevenir el acoso escolar, según el enfoque centrado en la persona?

Por lo tanto, el problema central de investigación de este estudio es esclarecer cómo el profesorado de primaria y secundaria percibe y aborda el fenómeno del acoso escolar, así como analizar cómo el Enfoque Centrado en la Persona (ECP) puede apoyar sus prácticas pedagógicas para abordar este problema. La investigación busca identificar las concepciones del profesorado sobre el acoso escolar, los desafíos que enfrentan en su trabajo diario y las estrategias empleadas para prevenir y mediar en situaciones de violencia entre adolescentes. El ECP se aplicará como marco teórico y metodológico.

Dada la alta incidencia del acoso escolar en escuelas primarias y secundarias, así como sus efectos psicosociales negativos y su impacto en la salud física de los adolescentes, este estudio plantea la hipótesis de que las intervenciones pedagógicas sistemáticas basadas en el Enfoque Centrado en la Persona (ECP), llevadas a cabo por docentes capacitados y atentos a las dinámicas interpersonales, pueden contribuir significativamente a la prevención y mitigación del acoso escolar.

Se asume además que: (i) la percepción del docente sobre los diferentes tipos de acoso (físico, verbal, social y virtual) influye directamente en cómo se identifican, comprenden y abordan estos episodios en la vida escolar diaria; (ii) la adopción de estrategias educativas que valoran la escucha activa, la congruencia, la consideración positiva incondicional y la comprensión empática favorece la reducción de las manifestaciones agresivas y una percepción positiva del entorno; y (iii) el liderazgo docente en la mediación de conflictos es un factor determinante en el desarrollo de prácticas pedagógicas eficaces y sostenibles para construir una cultura escolar no violenta.

OBJETIVOS
Objetivo General

Analizar el impacto de las intervenciones pedagógicas, basadas en el enfoque centrado en la persona, en la percepción del profesorado de primaria y secundaria sobre el acoso escolar, considerando a adolescentes de entre 10 y 19 años, con énfasis en la promoción de un ambiente escolar saludable y seguro.

1.1.2 Objetivos Específicos

Caracterizar las formas de participación de los adolescentes de entre 10 y 19 años en episodios de acoso escolar, considerando las manifestaciones verbales, físicas, sociales y virtuales.

Identificar los factores asociados a la práctica del acoso escolar, considerando variables individuales, familiares, institucionales y contextuales.

Evaluar las repercusiones del acoso escolar en la calidad de vida de los adolescentes en edad escolar.

Discutir las estrategias pedagógicas adoptadas por el profesorado para la prevención, mediación y mitigación del acoso escolar, con énfasis en el enfoque centrado en la persona.

Elucidar las potencialidades y limitaciones institucionales que enfrentan los docentes en la dinámica de enfrentamiento al acoso escolar.

1.2 JUSTIFICACIÓN

Este estudio surgió de la necesidad imperiosa de abordar el problema del acoso escolar, dada su alta prevalencia y sus graves repercusiones en la salud y el bienestar del alumnado, lo que requiere una respuesta eficaz por parte de la comunidad académica y las instituciones educativas.

La alta prevalencia de prácticas agresivas en las escuelas es significativa y sus efectos negativos están ampliamente documentados. Desde daños psicológicos hasta consecuencias físicas, el acoso compromete el desarrollo saludable del alumnado y puede tener repercusiones a largo plazo en su vida académica y social. En este contexto, resulta relevante realizar estudios exhaustivos para comprender las variaciones de estos eventos y desarrollar estrategias eficaces de prevención e intervención.

Los resultados de este estudio no solo contribuirán a la comprensión de los eventos de acoso escolar en el entorno educativo, sino que también servirán de guía para el desarrollo de políticas y prácticas escolares destinadas a crear entornos libres o con una menor incidencia de estos eventos de acoso para todo el alumnado. Al identificar las causas subyacentes, los mecanismos de perpetuación y los impactos del acoso, será posible colaborar en el desarrollo de intervenciones específicas y eficaces para mitigar este problema. Además, es importante destacar que la necesidad de más investigación sobre el acoso escolar refleja la complejidad de estas manifestaciones. Dado que cada escuela y comunidad presenta desafíos específicos, es fundamental desarrollar estrategias adaptables y personalizadas que consideren las características únicas de cada contexto escolar. Por lo tanto, el desarrollo de este proyecto de investigación puede fundamentar políticas, programas y prácticas destinadas a crear entornos escolares seguros e inclusivos.