LA FAMILIA Y EL AFECTO: CONTRIBUCIONES AL DESARROLLO INFANTIL Y AL APRENDIZAJE ESCOLAR
DOI:
https://doi.org/10.51891/rease.v11i11.22054Palabras clave:
Familia. Afectividad. Desarrollo infantil. Aprendizaje. Educación.Resumen
Este artículo analiza exhaustivamente la relación entre la familia y la afectividad en el desarrollo infantil y los procesos de aprendizaje, destacando la importancia de las interacciones entre el contexto familiar y el entorno escolar. El objetivo principal fue investigar cómo los vínculos afectivos establecidos en las relaciones familiares influyen en el rendimiento escolar, la formación de habilidades socioemocionales y el desarrollo integral de los niños. La metodología adoptada se basa en un enfoque cualitativo, utilizando investigación bibliográfica y documental, apoyada en autores clásicos y contemporáneos de los campos de la Psicología, la Pedagogía y la Sociología, así como en el análisis de la legislación y las directrices educativas brasileñas que abordan la relación escuela-familia. Los resultados indican que los niños que crecen en entornos familiares permeados por vínculos afectivos estables y positivos tienden a exhibir mayores niveles de autoestima, autonomía, autorregulación emocional y rendimiento académico. También se observó que la calidad de las relaciones familiares, más que el tipo de estructura familiar —nuclear, monoparental, reconstituida o del mismo sexo—, es el factor determinante para el éxito escolar y el equilibrio emocional de los niños. La participación activa de la familia en el proceso educativo, mediante el diálogo constante y la colaboración con la escuela, ha demostrado ser esencial para potenciar el aprendizaje y promover el desarrollo integral del niño. El estudio también señala desafíos relacionados con la necesidad de una formación docente centrada en la acogida de la diversidad familiar y el fortalecimiento de las habilidades socioemocionales en el contexto escolar. En este sentido, se destaca la importancia de las políticas públicas y las prácticas pedagógicas que valoran la afectividad como dimensión estructuradora del aprendizaje, fomentando la creación de programas de educación para padres, acciones de mediación afectiva y espacios permanentes de diálogo entre la escuela y la familia. Se concluye que la afectividad constituye un pilar fundamental del proceso educativo y que la construcción de una alianza sólida y continua entre la familia y la escuela es indispensable. Esta integración representa una vía eficaz para promover el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños, contribuyendo a una educación más humanizada, inclusiva y transformadora.
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